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¿Pensando en viajar fuera del país que te ha visto crecer? En este post te doy un único pero valioso consejo: aprende inglés. Ahí van mis razones…

Aprende inglés, invierte en tí y disfruta más viajando

Aprende ingles

Ayer, cuando volvía a casa tras haber comprado un par de cosas que necesitaba en el centro de Atenas sucedió algo.

Caminaba a paso ligero, con la mirada perdida, escuchando Do I wanna Know?, de Artic Monkeys. En esos momentos nada parecía ser más importante que canturrear y mover ligeramente la cabeza de manera inconsciente para acompañar el ritmo que marcaba la canción. Entonces miré al frente…

Una mujer bendecida con la sabiduría que solo ofrece la avanzada edad se aproximaba hacia donde me encontraba. Su paso errante y su respiración entrecortada, que podían percibirse incluso desde cierta distancia, se convirtieron en mi nuevo punto de enfoque.

Cargaba como buenamente podía con una bolsa repleta de comida en cada una de sus manos y cada dos metros tenía que hacer un pequeño receso para reponer fuerzas y continuar con su lento caminar.

Instintivamente, me quité los cascos de las orejas y acorté distancia hasta ponerme justo a su lado.

Cuando la observé de cerca, un sentimiento familiar vino a mi cabeza y sacudió mi cuerpo. La expresión de su cara, al igual que sus característico tono de voz me recordaron a mi abuela Rosario.

Mi abuela, «a pesar» del carácter complicado que tenía en ocasiones, fue una de las personas más arrolladoras que he conocido. Siempre destilaba energía, poder y autosuficiencia. Estoy segura que de haber nacido en otra época hubiera sido un referente para muchas personas. Su actitud hubiera servido de ejemplo para otros que podrían haber calcado su radiografía vital para aplicarla a la suya y ser más vitales y decididos.

Pero aunque en el fondo quería mirar a esa mujer y ver a mi abuela, no podía. No era ella. Era una anciana de apenas 1,45 cm, encorvada, con problemas de movilidad y de ojos serpenteantes.

Al ver a alguien a su lado, curiosa, alzó la vista y comenzó a hablarme. Era griega, hablaba griego y yo tan sólo sé decir un par de frases convencionales, por lo que no entendía nada de lo que esa buena mujer me estaba diciendo.

Me hacía preguntas y yo, educadamente, le respondía que era española y que no comprendía lo que decía.

Lentamente deslizó el bolso que llevaba a modo de bandolera por su espalda y cuello hasta que pudo ponerlo delante suya y abrir la cremallera. Expectante, observé cual era su propósito.

Tras un par de minutos buscando algo dentro del bolso, finalmente me ofreció un bolígrafo y un trozo de papel, y mirándome fijamente a los ojos volvió a pronunciar palabras en el idioma de Platón. Yo volví a explicarla que era española y que no entendía lo que me estaba diciendo. Sin embargo, debido a su insistencia, cogí el papel y el bolígrafo y como pude le dibujé un mapa de Europa en el que se podía ver España y Grecia.

Con lenguaje de signos le señalé de nuevo mi país de procedencia. Su cara mostraba una expresión contrariada.

Creo que lo que deseaba es que le escribiese mi número de teléfono, pero la realidad es que no tengo número local y el español no es que me funcione muy bien.

Su tono de voz de pronto se volvió frío y su expresión de sorpresa se tornó en enojo.

Con evidente decepción, me arrebató el papel de entre los dedos, después el bolígrafo con cierta virulencia y lo más rápido que pudo lo guardó todo de nuevo en el bolso. Sin apenas devolverme una mirada prosiguió su camino hacia el frente… su casa, imagino.

Yo me quedé inmóvil viendo como se alejaba y no pude evitar sentirme frustrada. Más aún al ver que algunas otras personas caminaban a su alrededor sin desear prestarle su ayuda o tal vez un poco de atención, ¿un minuto de su tiempo?

Aprende inglés

El idioma sin duda es una de las barreras más importantes que un viajero puede encontrar durante su periplo por el mundo.

Hay veces que me pregunto cómo el hablar un idioma y no otro te puede acercar a unas personas y alejar de otras.

Sin embargo, dicho problema tiene fácil solución y la mejor noticia es que en realidad está al alcance de nuestra mano. Simplemente tenemos que hacer el esfuerzo de aprender una nueva lengua y, como todos sabemos, a día de hoy el idioma universal (a parte del lenguaje de signos) es el inglés.

Para la mayoría de hispanohablantes es un reto que no siempre deciden afrontar ya que nuestra lengua (por suerte o por desgracia) es la segunda más hablada en el mundo. Esto nos hace ser vagos y nos cierra puertas ya no solo profesionales, también personales.

Si bien es verdad que hablar inglés con la mujer de la que te he hablado en este post de poco hubiera servido, no es el caso de muchas otras personas en el mundo (aproximadamente 328 millones según la wikipedia) locales o viajeras que te vas encontrando por el camino y que pueden comunicarse en inglés, ya sea como primera o segunda lengua.

Si con el español podemos comunicarnos con unos 329 millones de personas, de saber inglés, como mínimo, multiplicaríamos ese número.

¿No vale la pena?

Es una pregunta retórica o debería serlo ya que la respuesta es evidente: SÍ!!!

Por último, si me regalas un “Me gusta” en Facebook, Google+ o un Retweet, me das fuerzas para escribir el siguiente artículo 😉 .


Hola! Soy Patricia, fácilmente me podrás encontrar de ruta por Noruega, haciendo fotos en Seúl o comiendo paella en Ibiza. He viajado a casi 50 países y tachado de la lista algunas aventuras épicas que siempre quise vivir.

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