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Descripción de una breve visita a Vilna y Riga, capitales de Lituania y Letonia respectivamente, antes de llegar a la exuberante y seductora San Petersburgo

El comienzo del "Megaviaje". Lituania, Letonia y llegada a Rusia

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Aún hoy recuerdo con perfecta nitidez el instante en el que me dije a mí misma: «ha llegado el momento de dar un nuevo giro y viajar». Era verano, estaba en Ibiza, en la concurrida playa de Las Salinas, y junto con mi amigo Felipe disfrutaba de un día tostándome al sol. Tres meses después de esa tarde en la que tomé la decisión que iba a determinar los siguientes meses de mi vida, escribo estas líneas desde la regia San Petersburgo.

No ha sido fácil el camino a recorrer pero finalmente puedo mirar atrás con una sonrisa por la comprensión mostrada por todos mis seres queridos y con la excitación que causa el sentirse a cientos de kilómetros de casa. Ahora, el gélido frio de la antigua Petrogrado deja helada mi piel.

De hecho, la aventura de la que ya hablé en el anterior post ha dado su primer, segundo e incluso tercer paso. Primero fue Lituania, luego Letonia y por último Rusia. Sí, ya sé lo que estaréis pensando la mayoría:»¿Ir a Rusia en invierno? La decisión, de hecho, no fue difícil porque desde el principio la intención fue vivir una de las mayores aventuras que cualquier viajero querría experimentar y para ello ¿qué mejor que el Transiberiano?

Para todos aquellos que no sepáis qué es, el Transiberiano es una red ferroviaria que atraviesa Rusia de lado a lado. Se construyó en 1904 con el propósito de unir por tren la Rusia europea con las lejanas e inaccesibles regiones orientales del país. La ruta concluye en la ciudad costera de Vladivostok, situada en el Mar de Japón, a unos 9.288 km de distancia de Moscú.

Existen otras variantes interesantes que realizan el mismo recorrido que el Transiberiano hasta su llegada a Ulan Ude, ciudad situada cerca del lago Baikal, pero en lugar de concluir el trayecto en territorio ruso lo hacen en los países vecinos. La más popular entre viajeros en los últimos tiempos es el Transmongoliano, el cual, en lugar de atravesar Siberia por el interior, pasa por Mongolia y termina en Pekín (China). Otra variante es el Transmanchuriano, que desde Rusia pasa directamente a territorio chino, cruzando la región de Manchuria.

Nuestro particular Transiberiano ha dado su chupinazo de salida en San Petersburgo, ciudad en la que hemos pasado los últimos cuatro días de viaje. Jornadas muy intensas y llenas de experiencias personales que hará que la recordemos con especial cariño. Pero justo antes tuvimos la oportunidad de tener una primera toma de contacto con dos países del este europeo en los que hicimos escala para llegar a Rusia.

De visita a la capital de Lituania, Vilna

Lituania fue nuestro primer destino del viaje. Lo cierto es que tengo que confesar que nunca sentí un especial interés por visitar sus territorios pero el precio del vuelo desde Barcelona a su capital, Vilna, la convirtió en la mejor opción para llegar hasta el país de los Zares.

La República de Lituania, situada entre Letonia, Rusia, Polonia y Bielorrusia, es un país que cuenta con cerca de tres millones de habitantes. A principios de los años 90 se independizó de la URSS y actualmente es miembro de la Unión Europea. Cuando uno camina por sus calles puede disfrutar de un ambiente distinguido. Llama la atención que tanto hombres como mujeres vayan vestidos a la última moda de las principales marcas europeas. Por ello que no sorprende que cuenten con un buen número de centros comerciales repartidos por todo el centro.

Vilna es una ciudad pequeña, con un puñado de monumentos que visitar y amplias avenidas por las que pasear. Sin embargo, el frío y las pocas horas de luz de las que goza durante el invierno la convierten en un destino que, personalmente, creo que pierde encanto durante esta estación del año. Tal vez en verano la ciudad brille con luz propia y se le pueda sacar mucho más partido a su visita.

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Segunda parada: Riga, capital de Letonia

A cuatro horas de distancia en autobús se encuentra otra de las capitales europeas «desconocidas» para la gran mayoría pero con cierto atractivo: Riga. Cuando llegamos a la capital Letona tuvimos la suerte de que justamente ese día se celebraba el Día de la Independencia del país, motivo por el cual el casco antiguo estaba tomado por músicos, actores y performance que hicieron las delicias de todos los curiosos que allí nos dimos cita.

Riga es una ciudad que brilla con luz propia cuando desaparece el sol. Su iluminación nocturna la convierten en un lugar que apetece recorrer con calma, a pesar de las bajas temperaturas invernales. Al contrario que Vilna, Riga parecía una ciudad viva y con mucho ambiente. Puede que fuera porque coincidió que fuimos justo cuando era la fiesta o porque en realidad es una ciudad mucho más despierta.

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En cualquier caso, las visitas a estos dos países fueron tan breves en el tiempo que resulta obligado volver en el futuro para poder hablar con cierta propiedad sobre sus capitales, sus gentes y costumbres. A pesar de todo, constituyeron un buen entrante del plato principal que vendría justo a continuación: San Petersburgo.

Llegada a San Petersburgo

Tras un férreo control de seguridad en la frontera del país letón con el ruso durante el trayecto en autobús nocturno, en el que nos revisaron el visado y el equipaje a todos los pasajeros, al fin, conseguimos llegar a la esperada Rusia y poder comenzar el viaje con letras mayúsculas.

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4 Responses
  1. Luis Rueda de las Heras

    Si pudieras dejarme alguna información sobre el visado que necesitaste para el autobus te lo agradeceria enormemente. Y, sabes si puedo cruzar la frontera con un coche de alquiler lituano?

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