Es irrefutable que el estudio de la historia nos ayuda a comprender mejor el mundo en el que vivimos, nuestra forma de entender la vida, nuestras costumbres, cómo está organizada la sociedad… en definitiva, contribuye a dar coherencia a nuestro día a día ya que éste es consecuencia de lo que muchos otros mortales hicieron antes de que nosotros llegásemos aquí. Para mí el arte es uno de los mejores medios, sino el mejor, para entender el universo que me rodea y las civilizaciones que han pasado por la faz de la tierra, y todo a través del legado que han dejado tras de sí.
Gyeongju, la ciudad surcoreana protagonista del post de hoy, es un buen ejemplo de todos los aspectos de los que acabo de hablar ya que las numerosas manifestaciones artísticas que emergen en cada metro cuadrado de su superficie son testimonios vivos de una manera de sentir, de entender el mundo y la vida de las personas que allí vivieron a lo largo de los años, las décadas y los siglos…. hasta nuestros días.
La ciudad de Gyeongju es un museo al aire libre. Posee un patrimonio difícilmente igualable ya que fue capital del país durante poco menos de un siglo, período en el cual gobernaron un total de 56 reyes. Su época de esplendor tuvo lugar durante la época de Silla, entre los años 57 a.C. y 935 a.C. Recientemente, en el año 1995, dos monumentos fueron inscritos como Patrimonio Mundial de la UNESCO: el templo Bulguksa y la gruta Seokguram.
Dentro de las llamadas «Áreas Históricas de Gyeongju» podemos encontrar tumbas funerarias, templos, museos y reliquias, muy diferentes a los palacios Reales y tumbas que pueden visitarse en la capital del país, Seúl. De lo que vi, lo que más me llamó la atención sin duda fueron los numerosos túmulos funerarios que sobresalían de la tierra.
Dichos túmulos son pequeñas colinas artificiales de tierra, hoy cubiertas por vegetación y perfectamente armonizadas con su entorno, bajo las que se encuentran las llamadas cámaras funerarias construidas en piedra. Éstas solían decorarse profusamente con oro, vidrio o cerámica, entre otros materiales. Dentro de las cámaras funerarias se colocaba el sarcófago de madera que contenía el cuerpo del difunto y numerosas reliquias del período Shilla, todas ellas pertenecientes al fallecido, para que le acompañasen en esa otra vida que acababa de comenzar.
Algunas de estas tumbas están abiertas al público y se pueden ver por dentro, no así las reliquias con las que se enterraban los cuerpos, ya que se encuentran expuestas en el Museo Museo Nacional de Gyeongju por motivos de conservación. Dicho museo alberga más de 3.000 obras, la mayoría de las cuales fueron encontradas durante las excavaciones que se acometieron en las tumbas. Según la página web Visit korea, uno de los objetos de mayor valor que se exhibe en el Museo es la Campana Divina del Rey Seongdeok, que es el Tesoro Nacional de Corea nº 29.
A parte de las tumbas construidas sobre tierra firme, también se puede visitar la tumba submarina del rey Munmu, quien gobernó durante 20 años, del año 661 al 681 a.C., situada a 36 km del centro de Gyeongju. Yo no tuve la suerte de ir a verla pero seguro que tiene que ser una visita cuanto menos curiosa.
Además del Museo Nacional y de los túmulos funerarios, Gyeongju cuenta con un pueblo artesano, similar al que existía en época Shilla, y una réplica de un pueblo aristocrático también de dicha época. Es una experiencia realmente agradable deambular por sus caminos de tierra de una casa a otra, sin rumbo ni mapa, y sumergirse en un ambiente puramente zen. Según aseguran fuentes históricas, la época Shilla se dio a conocer en Occidente gracias a la archiconocida Ruta de la Seda.
Estas tres últimas fotos fueron tomadas durante un paseo por las afueras de Gyeongju en busca de unos templos budistas que nunca encontramos pero que nos dieron la oportunidad de perdernos por paisajes diferentes y, sobre todo, ver un bonito atardecer. Otro día llegaba a su fin pero otro más nos esperaba, esta vez camino de nuestro último destino surcoreano: Busan.
Próximo post: Busan y cómo vivir una navidad diferente en Corea del Sur 😉
Hola! Soy Patricia, fácilmente me podrás encontrar de ruta por Noruega, haciendo fotos en Seúl o comiendo paella en Ibiza. He viajado a casi 50 países y tachado de la lista algunas aventuras épicas que siempre quise vivir.