Una vela encendida iluminaba la sonrisa que su boca dibujaba. Me abrazó y dijo:
– ¡Xronia polla, Patricia!
– ¡Xronia polla, María! -No podía estarle más agradecida.
En Atenas he hecho nuevos amigos. Entre ellos está Giorgos. Él, al igual que muchos otros hombres y mujeres griegos, procesa la religión ortodoxa (el 98% de la población según las encuestas). Recuerdo cuando le invité a cenar a casa y preparé una tortilla española. Tras habérsela comido me confesó que no la había rechazado por educación. Cuando tuvo lugar dicha cena ya se había celebrado el denominado «Lunes de limpieza» o Katheri Deftera. Día festivo en todo el país con el que se inaugura mediante un picnic en familia la Semana Santa para todos los cristianos católicos ortodoxos y con el que da comienzo la Cuaresma.
Durante cuarenta días los fieles han de abstenerse de comer carne, productos lácteos y huevos (y la tortilla lleva unos cuantos). En Grecia, al menos por lo que he podido ver, hay muchos creyentes que se toman muy en serio el proceso de purificación del cuerpo mediante el ayuno y lo realizan durante los cuarenta día previos al Domingo de Resurección. Sin embargo, lo más común es ayunar durante la última semana y alimentarse a base de vegetales, hortalizas y en algunos casos pescado.
*Ojo que la Semana Santa ortodoxa no suele tener lugar los mismos días que la católica ya que ambas iglesias utilizan diferentes calendarios. Los católicos utilizan el gregoriano mientras que los ortodoxos prefieren el juliano, introducido por el emperador romano Julio César.
El mismo día que me presentaron a Giorgos, también conocí a María. Una chica griega que cursó Erasmus en Valladolid (España), por lo que a veces hablamos en castellano. Es una persona sensacional. El perfecto ejemplo de hospitalidad griega. Y no sólo ella, también su familia, a la que tuve la enorme suerte de conocer durante la Pascua ortodoxa en su ciudad natal, Arta. Una invitación irrechazable me permitió vivir la festividad más importante del año en compañía de una familia griega, siguiendo paso a paso todas y cada una de las costumbres y ritos.
El punto álgido tiene lugar durante la última semana de la Cuaresma, momento en que las familias comienzan a reunirse. Normalmente, los residentes en Atenas vuelven al pueblo en el que pasaron su infancia, se visita la casa de amigos próximos, se empieza a cocinar los platos tradicionales para dichas fechas, se pintan los huevos de rojo, se compra el cordero que más tarde se asará y se comerá durante el Domingo de Pascua y, por supuesto, se participa en los oficios religiosos.
El jueves por la mañana, María, su hemana Dimitra y yo, abandonamos Atenas justo a tiempo para asistir a la celebración del Viernes Santo, uno de los acontecimientos más importantes de la Pascua cristiana. Como dije más arriba, nuestro destino era Arta. La ciudad natal de las hermanas y en la que viven sus padres y abuelos.
Arta es una localidad situada al oeste de Grecia, relativamente cerca de la isla de Corfú, a unos 375 km de la capital. Es famosa en todo el país debido a su puente, protagonista de una de las leyendas griegas más conocidas y objeto de representaciones teatrales. También cuenta con un interesante Museo Arqueológico y numerosas ruinas repartidas por toda la ciudad.
Para mí fue el «break» perfecto que necesitaba tras casi dos meses sin salir de Atenas. Una ciudad sin apenas espacios verdes. Quería transitar por caminos de tierra, respirar aire puro y sentir un poco de silencio y calma a mi alrededor. La bonita y tranquila Arta fue generosa y complaciente, y me obsequió con paisajes infinitos, atardeceres bucólicos y el ritmo sosegado propio de una ciudad con poco más de 20.000 habitantes.
Si a todos estos ingredientes le sumamos el incentivo de continuar descubriendo los entresijos de la Pascua Ortodoxa, el resultado fue una recarga de pilas al 100%. Volvía a estar en la carretera y volvía a sentirme como una reportera a cientos de kilómetros de casa, esta vez para vivir el Viernes Santo ortodoxo.
Este día es de duelo. No hay motivos para estar alegre. En las iglesias tiene lugar la representación simbólica del epitafio en el que yace Cristo. Éste está cubierto por flores y guirnaldas de colores y cada una de las iglesias construye el suyo propio. Por lo que durante la noche del jueves, los infantes de la localidad se dan cita en los lugares de culto para elaborar en grupo su propia tumba simbólica.
Cuando cae la noche del viernes, los fieles cargan sobre sus hombros los diferentes epitafios y los llevan en procesión por las calles de la localidad. Es uno de los momentos más importantes de la Pascua. Muchísima gente se congrega en las calles para ver pasar las tumbas simbólicas mientras portan una vela encendida en sus manos.
Por recomendación de María, no hice fotos en el interior de la iglesia durante la misa. Según ella, muchas personas podrían haberlo interpretado como un agravio. Al principio no entendía muy bien a qué se refería, pero cuando fui a la iglesia y vi a la mayoría de personas con rostros inexpresivos o tristes, y ojos llorosos, entendí que era mejor respetar su intimidad en ese momento de pena.
Durante el sábado por la mañana las mujeres de la casa suelen estar bastante atareadas ultimando todos los detalles para la cena que tendrá lugar esa misma noche, la más importante de la Pascua y en la que, al fin, se celebra la resurrección de Cristo. Pero no adelantemos acontecimientos… antes, durante el día, se pueden visitar las diferentes iglesias y tumbas simbólicas que la noche anterior salieron en procesión.
El ambiente que se respira en la calle no tiene nada que ver con el del día anterior. La gente sale a las terrazas, se escucha música tradicional, hay quien toma el sol en el parque o quien va al mercado para comprar los ingredientes de última hora.
El día pasa volando entre cafés y visitas culturales. Pero toda la actividad diurna está supeditada a lo que está a punto de suceder por la noche. Sobre las 23:00 horas es momento de ir en familia a la iglesia. Cada uno lleva una vela blanca apagada. Alrededor de medianoche tiene lugar la Misa de Resurrección, que es la más importante del año.
Para cuando llegamos, el sacerdote realizaba cánticos litúrgicos y toda la iglesia y los exteriores estaban en penumbra. Es un requisito indispensable ya que justo cuando el sacerdote muestra el cirio con la denominada «llama eterna» o «luz sagrada», y anuncia la esperada resurrección de Cristo, todo el espacio se empieza a iluminar paulatinamente.
La llama eterna va encendiendo una a una las velas que portan cada uno de los allí presentes y éstas a su vez las de otros feligreses. Desde los más cercanos al sacerdote, en primer lugar, hasta los que se encuentran más lejos. Todo ello sucede durante varios minutos mientras se felicita las pascuas al «grito» de: «¡Xronia polla!».
*Esta llama llega especialmente ese mismo sábado mediante un avión militar desde Jerusalen y es distribuida a los sacerdotes de todas las iglesias del país heleno.
Cuando todos los fieles portan su vela encendida, las campanas comienzan a repicar y tiene lugar una explosión de fuegos artificiales En la hoguera se queman motivos paganos y se celebra, al fin, la resurrección de Cristo. Es momento de alegría, fiesta y… de comer.
La Resurrección de Cristo trae como consecuencia el punto y final del período de abstinencia. Cuando volvimos a casa, una suculenta, tardía y tradicional cena nos espera con los platos servidos encima de la mesa. Una sopa especial llamada mayiritsa, elaborada con los órganos del cordero que nos comeríamos al día siguiente, era el plato principal. Esta sopa se cocina con el hígado, los riñones y los intestinos del animal, y se condimenta con limón, cebolla, arroz y varios vegetales. Yo no es que sea muy amiga de comer casquería pero «hice de tripas corazón», y nunca mejor dicho, y me comí gran parte del enorme plato que me sirvieron.
Además de mayiritsa, también es típico comer tsoureki (un pan dulce muy rico hecho a base de manteca, leche, huevos y levadura, parecido al roscón de reyes), y huevos duros teñidos de rojo. Los hay en todas las casas ya que el color rojo simboliza la sangre derramada por Cristo y la nueva vida que comienza gracias a la resurrección.
*Aparte de comer estos huevos teñidos de rojo, en Grecia también se usan para el Tsougrisma, un juego tradicional de la Pascua. En él, dos personas, cada una con un huevo en la mano, los hacen chocar en uno de sus extremos con el fin de resquebrajar el del contrincante. El huevo que no sufre daño alguno es el vencedor y tiene que competir contra otro contrincante con otro huevo. Se dice que el propietario del huevo ganador gozará de buena fortuna todo el año… ya te contaré porque mi huevo ganó en una ronda 😉
Después de la copiosa cena de la noche del sábado al domingo, y tras acostarme sintiendo que había comido para el resto de la semana que todavía ni tan siquiera había comenzado, amaneció y llegó el día grande: el Domingo de Pascua. Durante la mañana lo habitual es que desde primera hora se empiece a cocinar el cordero que más tarde se comerá, ya que para asarlo y dejarlo en su punto lleva entre cinco y seis horas de cocción.
Después de desayunar lo normal en Grecia es ir de casa en casa de amigos o parientes, haciendo visitas cortas para felicitar las pascuas, y así hicimos. Fuimos a varias casas diferentes y en todas ellas nos ofrecieron comida. Creo que en mi vida he comido tanto y tan bien como en estos días que pasé en Arta.
Al regresar a su casa, el cordero tradicional esperaba en la mesa, junto a una especie de pastel de hojaldre relleno de espinacas, y una guarnición de arroz y queso.
Y de esta manera tan sensacional llegó el final de la Pascua ortodoxa. Con cinco kilos de más, seguro, pero no sólo en la báscula sino también en el corazón por haber podido compartir unos días tan especiales para los griegos con una familia que, desde el principio, me trató como si fuera una hija más.
Eternamente agradecida por todo. Cuán afortunada soy por tener estas vivencias y, sobre todo, compartirlas con personas geniales. Espero seguir en esta línea…
Y también espero que te haya parecido interesante este artículo sobre la Pascua griega, la cual tiene más diferencias con la católica de las que cabría esperar. Si te ha gustado, ¿me ayudas a llegar a más gente a través de las redes sociales? ¡1.000 gracias!
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Un artículo muy interesante con fotografías muy bonitas. ¡Muchas gracias por compartirlo! También la liturgia cristiana tiene cosas muy bonitas en Semana Santa. ¡Ojala al descubrir la belleza de las ortodoxas, llegues a conocer también las de la fe cristiana!
Un cordial saludo y ¡muchas gracias otra vez!
Muy buen resumen de la tradición de Cuaresma y Pascua Griega.
Felicitaciones..!
impresionante articulo, felicidades, muy interesante todo!
Muchas gracias Natalia!! Cuando lo que has vivido te emociona… es fácil transmitirlo con palabras 😉
Un abrazo!
Felicidades por este artículo! Me ha encantado!!!
Gracias por tus ánimos Sonia!
Abrazos desde Grecia!