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El deseo por vivir al límite es lo que lleva a veces a viajar de una manera diferente y, por qué no, a tener experiencias únicas como salvar la vida de otro

Marc, el viajero que salvó una vida

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Durante la primera hora de conversación con Marc descubrí lo evidente en él: la adrenalina en su vida es una sustancia esencial. Lo define como persona e incluso delimita sus objetivos vitales. La búsqueda por vivir nuevas y excitantes emociones han llevado a este catalán, de padre español y madre dominicana, a convertir parte de su biografía en una constante montaña rusa. Y no me refiero a altibajos emocionales, de lo que hablo es de vivir al máximo, intentando hacerlo siempre al límite.

En su currículum personal, ese que habla de experiencias vividas más allá del escritorio de una oficina, se puede leer en primer término cuando trabajó como piloto de pruebas de Yamaha o el trekking que hizo por Nepal, o cuando recorrió Malasia en moto, o cuando se convirtió en boxeador semiprofesional de muay thai o cuando realizó su primer Ironman…

Persona rica en experiencias vitales es sinónimo de persona rica en ofrecer conocimiento, sabiduría y ganas de vivir. Solo falta que lo quiera compartir con el resto y él lo ha hecho, al menos desde mi blog. Éste es el resultado…

P-¿Qué es para tí viajar?

M-Para mí viajar es la mejor forma de evadirme y dejar a un lado la monotonía que más o menos nos acompaña a todos en nuestro día a día; junto a la oportunidad de conocer y comprender otras culturas.

P-¿Qué países has visitado en tu vida como viajero?

M-Ahora de memoria me pillas, tendría que mirar el mapamundi que tengo en casa… pero estos son algunos: Marruecos, Nepal, Egipto, Italia, Reino Unido, Francia, Alemania, Malasia, Indonesia (Borneo), Maldivas, Brasil, Argentina, Sri Lanka, Tailandia, Camboya, Vietnam, etc.

P-¿En qué países has encontrado mayores diferencias culturales?

El destino en el que experimenté mayores dificultades, que no diferencias, seguramente fue Nepal. Ésto fue debido en gran parte a la naturaleza del viaje, el cual tenía como objetivo hacer un trekking en el monte Mansalu (8.100 metros). Ni de lejos llegamos a la cima.

P-¿Qué pasó?, ¿por qué no pudisteis completar la ascensión?

M-En primer lugar, nuestro objetivo no era ascender hasta la cima. Además, las condiciones climáticas no fueron óptimas (a posteriori nos informaron que ese mismo día bajaron a un alpinista ruso fallecido).

P-¿Supongo que cuando uno se propone ir a Nepal para hacer un trekking tiene que tener una preparación tanto física como mental adecuada?

M-Ciertamente, la preparación física es importante. Buenas sesiones de running y muchas caminatas. No obstante, lo realmente importante es la preparación mental y técnica, ya que son estos dos factores los que marcan la diferencia entre un susto y una noticia terrible para tu familia.

P-Por lo que deduzco, no sucedió nada grave, ¿cierto?

M-Nada grave, aunque sí hubo algún problema de congelación, pero con medicación se solucionó.

P-¿Esta experiencia cambió en algo tu percepción de la vida?

M-La verdad que sí, sobre todo por dos razones: en primer lugar, porque fue mi primer viaje lejos de casa, y a pesar de que con el paso de los años he viajado mucho, no recuerdo ningún viaje tan intenso y emocionante como el primero. Eso me anima a querer vivir nuevas experiencias.

Y, en segundo lugar, porque tuve la oportunidad de salvar la vida a una madre de familia que tenía una infección derivada de una cornada de Yak. Este hecho me ha concienciado de lo frágil que es la vida y lo importante que es aprovechar cada día, por muy fácil que sea para nosotros en Occidente…

P-No conozco a mucha gente (salvo algún amigo médico o enfermero) que pueda decir que ha salvado la vida de otro ser humano. Tú eres ingeniero así que ¿cómo te las ingeniaste para evitar que esa persona muriese?

M-La verdad que la historia es… ¡nó sé como calificarla! Nos encontrábamos en el último pueblo habitado antes de empezar el trekking a Manaslu. En ese momento éramos la única expedición que quedaba allí. Ese día, mientras hacíamos la revisión rutinaria de material, una chica de unos 15 ó 16 años que hablaba un poquito de ingles llegó a nuestro campamento muy exaltada. Chillando nos pidió que fuéramos con ella en ese mismo momento ya que alguien se estaba muriendo. Obviamente, dejamos de hacer nuestras cosas y la seguimos.

Mientras llegábamos a la casa, la chica nos contó que durante el camino de vuelta con el ganado una pastora había sufrido una cornada de un Yak.

Cuando llegamos al lugar donde estaba la mujer herida, una casa con cuatro paredes de piedra y un techo de madera muy rudimentario, nos encontramos con al menos otras diez personas, en penumbra, cantando mantras y rezando, al tiempo que tiraban unas semillas al aire alrededor de la mujer malherida.

Imagina la cara de los allí presentes al ver llegar a unos tíos con frontales en la cabeza, ropa de colorines, etc.

Tras ver a la mujer postrada, con temblores, quisimos examinarla para saber exactamente lo que tenía. Sin embargo, no se dejaba tocar. La verdad es que era una zona delicada ya que la herida iba desde las costillas hasta la zona púbica. La chica joven tuvo que convencerla para que pudiéramos echarla un vistazo.

Cuando conseguimos que nos mostrará la lesión vimos que se trataba de un corte profundo, así que me dispuse a desinfectar la herida e intentar ver si la cornada le había perforado algo.

Como es de esperar, al empezar a tocar la herida abierta, la mujer empezó a chillar (yo me hubiera desmayado del dolor) y las miradas de todos los que estaban en la habitación se dirigieron hacia mí. Fue un momento tenso, ya que iba improvisando sobre la marcha e intentando recordar todo lo que mi madre, que es enfermera, me había explicado antes de partir hacia Nepal.

Como el dolor que sentía aquella mujer era insoportable, decidí administrarle por vía oral una cápsula de Nolotil.

El dolor le desapareció pero se quedo medio «drogui», no sé si por el medicamento o por el dolor… y todo ello sucedía mientras la gente que estaba alrededor seguía cantando mantras y echando semillas.

Insistí a uno de mis compañeros para que evitara que se durmiera. Durante varios minutos estuvo hablando con ella en nepalí (lo poco que sabía), mientras le daba alguna torta que otra para impedir que cerrara los ojos.

Aprovechando que casi no se movía, opté por coser la herida. ¡Mi primera vez con una persona! Lo hice tan bien como pude y le puse un pequeño drenaje para que fuera echando el pus. Más tarde, le dimos antibióticos para intentar controlar la infección. Cuando terminé, le dije a la chica joven que fuera a caballo en búsqueda de la expedición de unos coreanos que se encontraban a un día a pie. Ellos sí tenían el objetivo de hacer cima y por tanto llevaban a un médico en el grupo, y así hicieron.

Pasamos la noche controlando que la fiebre no le subiera e intentando minimizar el dolor. Sobre las 7 de la mañana llegaron un médico y una enfermera a la casa y se pusieron manos a la obra. En cuanto vieron lo que le había hecho a aquella mujer, me felicitaron por la rápida actuación. Muy probablemente le salvamos la vida ya que evitamos que la infección causada por la herida se extendiera.

Mientras iban repasando mi trabajo, la enfermera me dijo que se notaba la experiencia y que los puntos estaban bien puestos. Yo no me aguanté la risa y le dije que era mi primera vez… era evidente que no me había visto temblando como un flan mientras los iba poniendo.

Cuando toda esta aventura terminó, nos tomamos un día de descanso antes de proseguir con el ascenso y la gente del pueblo nos hizo una cena espectacular.

P-Me has dejado alucinada Marc… es difícil imaginar, aún teniendo conocimientos en la materia, cómo puede reaccionar uno ante situaciones límite. Ya veo que tú reaccionaste de la mejor manera posible, ¿sabes si la mujer logró sobrevivir?

M-Sí, la mujer sobrevivió. Así nos lo hicieron saber en unos de los hostales por los que pasamos al bajar.

P-¡Enhorabuena por ello! Supongo que después de ésta, pocas experiencias puedes vivir en un viaje que superen a la que me has contado, ¿no es cierto?

M-Tienes toda la razón, pero el mundo es muy grande y no pierdo la esperanza jejeje

P-¿Qué tipo de viajes has realizado después y cuál es tu filosofía viajera?

M-Como hablamos al principio, éste fue mi primer viaje. Después he hecho viajes de todo tipo aunque siempre con una filosofía clara: el lowcost. No no sólo porque la pela es la pela, también porque es como mas situaciones extrañas te encuentras y como mas gente conoces. Si viajas de resort en resort, todo programado, creo que se pierde el contacto con la realidad.

P-¿Cuál ha sido tu último viaje o escapada?

M-Mi último viaje interesante fue el que viví en Sri Lanka y Maldivas. Fue espectacular. Nos venden que Maldivas es lujo, precios desorbitados… mientras nosotros pasamos cinco días en la casa de un lugareño por un precio de risa. Además, estuvimos en una isla desierta que parecía diseñada con Photoshop. Allí, durante una noche de pesca, me encontré con un tiburón de punta blanca de 1,70 cm aproximadamente. ¡Alucinante!

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En cuanto a la escapada, la última fue el pasado fin de semana. Viajé a Andorra con unos amigos. Allí me vi atrapado por un pequeño desprendimiento que me sepultó medio cuerpo. Al principio pensé que me había roto la rodilla. Menos mal que mi hermano andaba cerca y tras un esfuerzo brutal consiguió sacarme del agujero en el que me encontraba. ¡Muchas gracias hermano! He de reconocer que pasé miedo…

P-Bueno, sin duda para tí viajar está íntimamente relacionado con vivir emociones fuertes. ¿Ya sabes cuál será tu próxima aventura?

M-Difícil de predecir ya que el hecho de tener pareja estable ha reducido o modificado la intensidad de mis viajes o aventuras, pero me gustaría que fuera Filipinas.

P-Seguro que con entusiasmo y energía logras contagiarle las ganas por conocer mundo.
Para terminar, ¿qué le dirías a todos aquellos indecisos en involucrarse en alguno de los tipos de viajes que nos has contado?

M-Parafraseando a Azucar Moreno:»Sólo se vive una vez». Hay tanto y tan variado por ver que merece la pena salir de la zona de confort y aventurarse a nuevas experiencias.

PD: Quizá las vivencias que tenemos mientras estamos de viaje sean azarosas, pero nuestro espíritu por vivir experiencias extraordinarias sin duda las acerca a nuestra realidad cotidiana hasta hacerlas posibles. Quién sabe quién puede ser el siguiente en salvar otra vida 😉

*Posteriormente se me ha hecho saber que algunos de los hechos que aquí se relatan no son verídicos.


Hola! Soy Patricia, fácilmente me podrás encontrar de ruta por Noruega, haciendo fotos en Seúl o comiendo paella en Ibiza. He viajado a casi 50 países y tachado de la lista algunas aventuras épicas que siempre quise vivir.

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