Todo ha sucedido tan rápido que casi no me ha dado tiempo a asimilarlo. En menos de 24 horas nos conocimos, me abrió su corazón y me dijo que quería compartir su vida a mi lado, ¿estás cosas ocurren?, ¿de verdad hay personas con una sensibilidad tal que son capaces de enamorarse de otra sin apenas conocerla? Si existen, Pinit es una de ellas.
Viajar, nunca me cansaré de repetirlo, no solo consiste en hacer turismo en busca de paisajes memorables y buenas fotos. El lado más humano, el que te proporciona conocer a personas del país que se visita o a otros viajeros con los que compartir tus pasos a lo largo del camino, es más enriquecedor que pisar el suelo del mismísimo foro romano.
Pinit es un hombre tailandés de 57 años. Hace unos treinta que se dedica a ser guía turístico en Prachuap Khiri Khan, una localidad sureña de cielos absolutamente embriagadores. Aquí vive cuidando a su madre de 80 años, al tiempo que sale a la calle en busca de nuevos turistas a los que orientar y, en ocasiones, sólo en ocasiones, de los que enamorarse.
Hace 10 años encontró el amor en los brazos de una mujer finlandesa de la cual aún sigue enamorado y de la que se emociona con tan sólo tocar el mechón de pelo rubio que ella misma le envió dentro de una carta hace más de ocho años.
A las 17 horas de una tarde de abril nos recibe en su salón de estilo vintage, nos invita a sentarnos e inmediatamente comienza a crear un collage sobre la mesa de madera con alguna de las miles de postales que guarda celosamente dentro de un enorme armario. Todas esas postales, procedentes de diversos rincones del mundo, fueron enviadas por turistas como nosotros, hoy anónimos, a los que seguro también enseñó las postales que entonces atesoraba.
Personas fugaces, que pasaron por su vida durante apenas unas horas o días, que le dieron y le dan la oportunidad de emocionarse a diario mientras habla sobre sus vivencias, a los que canta algunas canciones melancólicas como Sayonara Japanese Goodbye, y de los que, como decía antes, en ocasiones se permite enamorarse.
Su historia no es otra que la de un hombre en busca de un amor puro, verdadero, sin tapujos… similar al que él está dispuesto a ofrecer. Pero la vida le ha sido ingrata, o no, y aún no le ha brindado la oportunidad de compartir ese sentimiento intensamente. Tal vez sea porque está tan obsesionado por encontrar a esa persona especial que se ha olvidado de lo verdaderamente importante… dejar de soñar y empezar a vivir.
Vivir el día a día haciendo lo que a cada uno le hace feliz. Cantando si te gusta cantar, caminando si te gusta caminar, viajando si te gusta viajar. Sólo haciendo lo que a uno le hace sentirse pleno y verdadero es cuando podrá encontrar la felicidad y transmitirla. Felicidad en compañía o en soledad, pero al fin y al cabo FELICIDAD.
Hola! Soy Patricia, fácilmente me podrás encontrar de ruta por Noruega, haciendo fotos en Seúl o comiendo paella en Ibiza. He viajado a casi 50 países y tachado de la lista algunas aventuras épicas que siempre quise vivir.
Hola Patricia, gracias por seguir mi blog. A ver si un día coincidimos en la carretera como dices :). Saludos
Incluido en mi blogroll 😉 Ten por seguro que lo haremos!! Un abrazo!
Bonita historia! Es verdad que muchos viajes son memorables por las personas que conocemos en ellos. Un saludo
Hola «miviajar»,
Lo que dices es muy cierto. Si al hecho de viajar le quitaras a las personas que te vas encontrando por el camino, no tendría ni la mitad de encanto!
Me he hecho seguidora de tu blog 🙂
Quién sabe, a lo mejor el día menos pensado nos encontramos en la carretera!
Un fuerte saludo