Si la capacidad de amar del ser humano es ilimitada, el amor entre una madre y un hijo seguramente sea el mayor paradigma que podemos encontrar.
Cuando pienso en la relación entre una madre y un hijo lo primero que se me viene a la cabeza son dos palabras: «amor incondicional», y luego otro tres adjetivos acompañando: Amor puro, irracional y desinteresado. En esta relación no existe ninguna otra razón para amar al otro más allá de ese vínculo tan especial que se crea para toda la vida. Comienza en el instante en el que uno empieza a crecer dentro del vientre de su madre o, en su defecto, lo cría como si así hubiera sido, y no tiene fin. Es inagotable.
Cuando era pequeño, mi madre me decía: Si te haces soldado, llegarás a general; se te haces cura, llegarás a Papa. Yo quería ser pintor y he llegado a Picasso.
Pablo Picasso
Cuando era pequeña mis padres, no sólo mi madre, me decían: «Sé lo que quieras ser. Tu mayor objetivo es ser feliz. No lo olvides!«. Y así hice, no lo olvidé y gracias al apoyo del que siempre gocé, pude elegir libremente qué camino tomar para sentirme realizada. Es por ello que cuando decidí viajar y profesionalizarme como blogger, viajé con la conciencia y seguridad de saber que estaba haciendo lo correcto… ya que estaba persiguiendo lo que me hacía feliz.
Viajar es uno de los nexos de unión más importantes que tengo con mi madre. Viajamos juntas desde que tengo uso de razón, pero es durante los últimos viajes en los que realmente hemos hecho un gran equipo, un combo de dos. Nos compenetramos, nos entendemos y, sí, también discutimos. De lo contrario, no seríamos humanos… es lo que tiene la convivencia. Pero cada situación nos enseña cosas nuevas que posibilitan que la relación mejore.
Aquí van algunas de las razones por las que viajar con tu madre (o con tu hijo) puede ser una de las mejores ideas que puedes tener y deberías plantearte próximamente:
Ya he hablado repetidas veces en el blog de las ventajas de viajar para el conocimiento personal. Lo mismo sucede cuando se viaja en compañía. En este caso, viajar es una gran forma de profundizar en la relación entre madre e hijo. Exponerse a situaciones fuera de nuestro entorno habitual o de lo que tenemos aprendido, puede permitirnos descubrir nuestras limitaciones, la de los demás y darnos las herramientas para superarlas.
Cuando viajo con mi madre y alquilamos un coche normalmente siempre conduzco yo y ella va de copiloto. Es complicado imaginarme una situación más estresante que esa en compañía de mi madre. Ella no para de darme instrucciones y yo no paro de decir que pare de hacerlo. Tenemos que seguir trabajando para encontrar un punto de encuentro ( ¿vale, mamá?).
Normalmente, el tiempo que comparte madre e hijo en el día a día o cuando se está de visita está destinado a hacer unas mismas actividades. En este caso la rutina no tiene por qué ser algo negativo, puede ser entrañable y algo que deseemos hacer. Pero, ¿qué pasaría si a las actividades de siempre le sumamos unas nuevas? Diversión asegurada.
Viajar es la respuesta perfecta y puede resultar muy estimulante. Recuerdo cuando mi madre y yo estuvimos juntas en Japón. Mientras visitábamos un templo en Kyoto, mi madre quiso emular el rito que los japoneses hacían a nuestro alrededor. Como no teníamos ni idea en qué consistía, ni corta ni perezosa se puso a hablar es castellano con uno de ellos. Al ver que no podía comunicarse me dijo: «Patricia, mira a ver qué dice porque yo no me entero«, como si yo supiera japonés…
Ahora nos echamos unas buenas risas recordando ese momento (y viendo los vídeos, que no tienen desperdicio).
Si comparo el primer viaje que hicimos las dos juntas a Lisboa con el último viaje a Ibiza, tal vez no hayan pasado más de seis o siete años entre uno y otro, pero puedo afirmar que ha habido una evolución en nosotras y en nuestra relación. La evolución es en sentido doble, por un lado como compañeras de viaje, ya que ahora nos compenetramos mucho mejor que al principio, y también en nuestra relación familiar, ya que nos respetamos y nos conocemos aún más.
Tu madre es la persona que te vio nacer y que probablemente haya seguido cada paso que has dado en tu vida. Pocas personas nos acompañarán durante tanto tiempo. En los buenos y los no tan buenos momentos. Ella te ha visto crecer y tú también lo has hecho. Has podido ver el paso de los años en su vida y cuál ha sido su evolución hasta convertirse en la preciosa mujer que tienes al lado (a la que te gustaría parecerte a su edad). Seguir creciendo, de la mano, mientras el tiempo pasa y la relación se fortalece.
PD: Feliz día de la madre a todas y enhorabuena a todos los hijos por lo afortunados que son.
PD2: ¿Tú también tienes una madre maravillosa? Dila que tu próximo viaje será con ella a través de este artículo 😉
Hola! Soy Patricia, fácilmente me podrás encontrar de ruta por Noruega, haciendo fotos en Seúl o comiendo paella en Ibiza. He viajado a casi 50 países y tachado de la lista algunas aventuras épicas que siempre quise vivir.
Hola Patricia, me gusta Escribe cuando llegues, este artículo «Tres razones por las que deberias viajar con tu madre» me parece precioso.
Yo soy una madre afortunada que los viajes más bonitos y entrañable que he hecho han sido en compañía de mis hijas y los tengo guardados dentro de mi como un tesoro.
Gracias por publicarlo y te deseo mucha, mucha suerte.
Un abrazo
Muchas gracias Luci!
Estoy segura que para tus hijas esos viajes también han sido muy especiales y pronto repetiréis 😉
No hay mejor manera de disfrutar de la familia que viajando junta.
Abrazos viajeros