* Este artículo contiene muchas imágenes así que sé paciente y sigue navegando mientras se cargan 😉
Las guerras y los problemas políticos por desgracia forman parte de nuestro día a día pero también de nuestra historia. Mirar hacia otro lado o hacer oídos sordos no cambiará la realidad en la que vivimos. Estos conflictos muchas veces marcan la idiosincrasia de un pueblo o, como es el caso del artículo de hoy, de una ciudad y sus habitantes.
En mi viaje por Irlanda del Norte tenía muchas ganas de ir a Belfast, y no porque allí fuera a encontrar paisajes espectaculares o edificios impresionantes, tenía ganas de estar en este lugar para sentir y conocer de primera mano el conflicto bélico que la asoló durante la segunda mitad del siglo XX, debido al cual Belfast es hoy en día una ciudad turística.
El conflicto al que me refiero enfrentó a los llamados unionistas de Irlanda del Norte con los republicanos irlandeses y provocó durante décadas una convivencia fracturada que es más que evidente en los días que corren, a pesar del alto el fuego del Acuerdo de Viernes Santo, firmado en 1998.
Los unionistas son practicantes de la religión protestante y partidarios de preservar los lazos con Gran Bretaña, mientras que los republicanos irlandeses y nacionalista son católicos en su mayoría y luchaban por la independencia o integración de la provincia en la república irlandesa, país de religión católica.
Al enfrentamiento vivido en Irlanda del Norte desde el año 69 hasta el 98 se le llamó The Troubles o Los Problemas, y en numerosas ocasiones se ha considerado como un conflicto étnico, terrorista, pero nunca llegó a ser una guerra declarada, a pesar del número total de muertos que asciende a un total de 3.524.
Para entender el conflicto hay que conocer primero sus raíces, así que si nos ponemos en antecedentes veremos que la relación política entre Gran Bretaña e Irlanda comenzó en el siglo XII, pero no fue hasta 1800 cuando se creó el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, a través de la llamada Acta de Unión.
Un siglo después, en 1922, los veintiséis condados del sur de Irlanda obtuvieron su independencia del Reino Unido y se hicieron llamar Estado Libre Irlandés, para después adoptar el nombre de República de Irlanda, vigente hasta la actualidad. Como consecuencia, los protestantes del Sur emigraron a los seis condados restantes y conformaron el territorio actual de Irlanda del Norte, que siguió bajo el dominio británico pero con parlamento propio, dando lugar al actual Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Mientras, se fueron constituyendo diversas sociedades fraternales por el lado de los protestantes, como son la Orden de Orange y los Aprendices de Derry. Estos grupos tenían y tienen por objetivo preservar la influencia ejercida por los protestantes en Irlanda del Norte, los cuales estaban al mando del poder económico y político.
En 1913, Sir James Craig, Vizconde de Craigavon, creó una milicia de protestantes unionistas llamada los Voluntarios del Ulster (UV), también conocida como la Fuerza Voluntaria del Ulster (UVF), en respuesta a la organización de los Voluntarios Irlandeses, fundadores del Ejército Republicano Irlandés (IRA) y poco a poco se fueron constituyendo los brazos armados por ambos bandos.
Entre 1942-1944 y 1956-1962 el IRA llevó a cabo varios atentados en Irlanda del Norte, por lo que los protestantes reconstruyeron la UVF y declararon estar en disposición de usar las armas contra cada individuo que pretendiese «usurpar la constitución del Ulster».
El Ulster es una de las «provincias históricas» de la isla de Irlanda. La constituyen nueve condados, seis de los cuales pertenecen a Irlanda del Norte. Los otros tres condados, forman parte de la República de Irlanda.
Las diferencias entre católicos y protestantes dentro de Irlanda del Norte cada vez eran más acusadas. Los unionistas creían que la minoría católica era desleal a Irlanda del Norte, por lo que veían con buenos ojos el trato preferente que recibían, mientras que los católicos, por su lado, se sentían marginados y sometidos a las imposiciones de Reino Unido.
El conflicto armado se inició en el año 1969 y se prolongó hasta el año 1998. Entre medias, se vivieron múltiples momentos de crisis, con enfrentamientos constantes entre las milicias de uno y otro bando. Entre tanto, la Royal Ulster Constabulary (RUC) la agencia de policía inglesa presente en Irlanda del Norte desde 1922, llevó a cabo actuaciones sectarias y discriminatorias hacia el bando católico, e incluso colaboró con asociaciones paramilitares protestantes.
Este documental de la BBC habla sobre el Domingo Sangriento. Una cadena de atentados de las más violentas de la historia de Belfast, que tuvo lugar en el año 1972.
Desde hace 40 años la ciudad se encuentra dividida por un muro de más de 20 kilómetro de longitud que separa a los protestantes de los católicos. Está hecho de piedra y metal, y tiene alambres de espinas en la parte superior para impedir el paso de un barrio a otro. Además, numerosas cámaras de seguridad aportan un extra de tranquilidad. Como curiosidad añadir que el muro tuvo que hacerse más alto con el fin de impedir el lanzamiento de cócteles molotov y granadas de un lado a otro.
A continuación os dejo un vídeo con numerosas grabaciones que muestran las consecuencias de los enfrentamientos entre ambos bandos durante el año 1969 y pone de manifiesto lo complicada que era la convivencia:
La mejor forma para conocer la ciudad y la historia del conflicto bélico es pasear por sus calles y contemplar los impresionantes murales que hay en las fachadas de los edificios, tanto del barrio católico como del protestante.
Los del barrio católico son mucho más artísticos y variados. La mayoría de ellos hacen referencia al IRA o a los presos encarcelados pertenecientes a la organización. Aunque también hay numerosos murales que tratan sobre otras organizaciones minoritarias a nivel universal como es el caso de los presos cubanos o ETA. Un buen número de ellos se encuentran en Falls Road, una calle mítica de Belfast.
Por su parte, los murales del barrio protestante fueron los primeros que se pintaron en la ciudad. La temática es más «dura», al igual que su factura. Casi siempre tratan sobre grupos paramilitares y ponen de manifiesto su apoyo hacia Reino Unido.
Shankill Road, por otro lado, es una de las calles principales del barrio protestante. En ella hay numerosos murales que hablan del rechazo radical hacia la reunificación con la República de Irlanda. No hay que perdérselos ya que, aunque tal vez no sean tan artísticos, su mensaje es mucho más directo e impactante.
Para visitar la ciudad, entender su historia y verla en profundidad, nada mejor que hacerlo de la mano de uno de sus habitantes. En la actualidad, alquilar un taxi durante dos o tres horas y que el taxista sea tu guía, es la manera más popular de conocer Belfast. El único inconveniente es el precio del servicio, que no es precisamente barato. Pero a mí me valió la pena al cien por cien. Otro posible inconveniente es que el taxista te contará la historia del conflicto según su ideología, por lo que tal vez el punto de vista que ofrezca no sea del todo objetivo.
La compañía de taxis con la nosotros contratamos el trayecto tiene, incluso, su propio grafiti:
En el mismo lugar en el que se encontraba el astillero Harland & Wolff y en el que se construyó hace más de 100 años el barco más popular de la historia, el Titanic, se ha levantado un edificio que rememora buena parte de su historia. Me refiero al Titanic Belfast, un museo que muestra reproducciones exactas de cómo era el barco en su interior, cuál fue su proceso de construcción y las causas del malogrado accidente por el cual se hizo famoso. Una visita ineludible para todos los amantes de este mítico navío, a pesar del precio elevado de su entrada.
Espero que el artículo y la ciudad que os presento os hayan resultado interesantes. No es fácil escribir sobre conflictos que causan la muerte de miles de personas pero como decía al principio, no podemos mirar hacia otro lado y obviar la historia que nosotros mismos hemos escrito. Tal vez no podamos cambiar el pasado, pero lo que sí podemos hacer es apostar por un presente y un futuro de esperanza. En el caso de Belfast, todas aquellas personas con menos de 40 años han convivido toda su vida con ese muro de 20 kilómetros que separa no solo geográficamente un barrio del otro, también lo separa ideológicamente y crea una barrera mental.
Cuando le preguntamos al taxista acerca de cómo veía el futuro cercano de Irlanda del Norte y sus ciudadanos nos contestó que ante todo, más allá de ideologías políticas o religiosas, esperaba que las barreras entre uno y otro bando desapareciesen, para poder vivir de una vez por todas en paz. También nos dijo que tal vez sus nietos pudiesen disfrutar de esa situación, ya que él dudaba mucho que viviese para verlo. A mi parecer, más que un pensamiento era un deseo. Me uno a él.
Hola! Soy Patricia, fácilmente me podrás encontrar de ruta por Noruega, haciendo fotos en Seúl o comiendo paella en Ibiza. He viajado a casi 50 países y tachado de la lista algunas aventuras épicas que siempre quise vivir.
muy meritoria
felicitaciones
Muchísimas gracias Elizabeth 😉
Ayer regresé de Belfast. Impresionante e impresionada. Brillante tu artículo también
Muchas gracias por tu comentario Nuria. Belfast es una ciudad que no deja impasible al que la visita.
Historia viva a cada paso y en cada pared 🙂