Todos los lugares que visitamos pueden ser encantadores si realmente deseamos verlos de esa manera. En nosotros está el aprovechar la situación y disfrutar del entorno que nos rodea, exprimiendo cada una de las alternativas que nos ofrece, o quedarnos a medio gas. Como también ocurre con algunas personas, están aquellos sitios que nos seducen sin ni siquiera proponérnoslo. Basta echar una simple mirada para sentir una conexión especial y tener la certeza de que realmente uno se encuentra donde quiere estar.
Siena era preciosa pero se hacía tarde. Las horas iban pasando sin darnos cuenta y aún teníamos que regresar a Pisa para dormir. Entre tanto, queríamos visitar una de las zonas más bonitas de la Toscana, famosa por sus paisajes tapizados por laderas verdes, repletas de viñedos y olivos. Eso es lo que habíamos leído en todas las guías de viaje, blogs, revistas… ¿sería verdad? muchas veces te creas expectativas que se van al traste. Sin embargo, en esta ocasión el Valle del Chianti no nos decepcionó y, de hecho, nos encantó.
La carretera panorámica 222, arteria ondulada recubierta por asfalto, que atraviesa el paisaje italiano desde Siena a Florencia, o a la inversa, es el hilo conductor de una serie de pueblos dedicados a la producción del vino más característico de la Toscana: el del Chianti. La 222 hace llegar a cada una de esas poblaciones a multitud de turistas atraídos por su tradición vinícola, las enotecas locales y los castillos que hay desperdigados entre cepa y cepa.
Los pueblos son empedrados, con aires rústicos, repletos de tiendas de souvenirs, casas de labranza y enotecas en las que poder degustar el famoso vino negro (y comprar todas las botellas que se necesiten para regalo ;)). La 222, también llamada «La Chiantigiana», facilita el tránsito de un municipio a otro, al tiempo que se contempla un paisaje de campos de cultivo, caseríos en la lejanía, cipreses formando líneas infinitas y cielos azules, que tornan sepias al atardecer.
Greve in Chianti y Castellina in Chianti fueron los dos núcleos urbanos que visitamos del valle y que nos proporcionaron ese primer acercamiento. Tal vez un buen momento para regresar sea en el septiembre, durante la tercera semana. Es entonces cuando tiene lugar la denominada Fiesta del Gallo Nero. Multitud de desfiles y catas de vino para honrar y promover al gallo negro, el símbolo del consorcio de denominación del Chianti Classico.
Paisajes, gastronomía y cultura son los tres ingredientes básicos del antipasto más especial que se puede degustar en el país de la bota. Como plato principal, la ciudad donde surgió el Renacimiento y se escribió buena parte de la historia del arte, la exuberante Florencia. Pero antes, a disfrutar del entrante acompañado por un copa de vino negro del Chianti, ¡Chin chin!
Hola! Soy Patricia, fácilmente me podrás encontrar de ruta por Noruega, haciendo fotos en Seúl o comiendo paella en Ibiza. He viajado a casi 50 países y tachado de la lista algunas aventuras épicas que siempre quise vivir.
Genial la info , Voy en julio al valle de chianti . Se que hara calor pero igual recorrere todo lo mas poosible .gracias