“Propósito” es la primera palabra que me viene a la cabeza cuando pienso en estas fechas y en el año nuevo. Todo el mundo tiene aspiraciones, objetivos y metas que conseguir y el mejor momento para pensar en ello, como no, es la navidad y el cambio de año, período en el que hasta el más racional se permite el lujo de soñar sin sonrojarse (sino que se lo digan a las administraciones de lotería de Doña Manolita o Sort).
Nos consentimos fantasear con la idea de llevar a cabo todos aquellos propósitos que ya quisimos acometer durante este año pero que, al final, no hemos cumplido… si es así ¡tranquilos!, que en este preciso momento nuestra psique nos ayuda a sentirnos mejor a través de las mil y una justificaciones (excusas) que ha considerado oportunas recordar con el fin de explicar por qué nos encontramos justo en el mismo punto que hace 365 días. Bueno, por fortuna no siempre es así…
Lo cierto es que después de escribir estas líneas me está dejando de gustar la palabra “propósito”. Sí, empiezo a estar cansada de planear e imaginar mi futuro a corto/medio/largo plazo de una manera u otra. Me estoy dando cuenta que lo que hago es perder el tiempo, estos precisos segundos, minutos, horas pensando en mi maravilloso futuro teñido de color de rosa, mientras vivo un presente no acorde con mis expectativas.
¿Recordáis el post que publiqué hace un año? Se titulaba ¿Vives lo que sueñas? y hablaba sobre el hecho de pararse en seco y cuestionarse qué es lo que nos hace felices en la vida. Yo lo hice y adquirí el compromiso personal de seguir mi corazón, mis ganas de vivir y afrontar la vida acorde con mis valores, peculiaridades y pasiones. Disfrutar pero a mi manera, independientemente de lo que dicte la sociedad del momento, mi entorno, mis amigos, mi familia o incluso mi propio perro.
Viajé durante 198 días por Asia y volví feliz y satisfecha conmigo misma por no mentirme y seguir mi esencia, esa que nos convierte en seres verdaderos, originales, por encima de las palabras necias a las cuales hay que hacer oídos sordos. Volví con lecciones aprendidas y con otras aún por aprender, que llegan paulatinamente a la palestra.
Dejé de soñar para vivir eso en lo que soñaba y resultó ser maravilloso. Sé que darse esa oportunidad es difícil pero si dejas que pase verás que no es un error, al contrario, un mundo (y nunca mejor dicho) de posibilidades y nuevos horizontes se desplegará ante ti.
En ocasiones nuestros sueños están al alcance de los dedos pero sin darnos cuenta dejamos que poco a poco se vayan alejando sin saber que podemos cambiar nuestro presente y con él nuestro futuro en este instante. Si hoy te sientes preparado para empezar con ello, ¡adelante!, no pierdas más tiempo… si no, siempre puedes dejarlo como un “propósito” para el nuevo año, pero de esos que se llevan a cabo o ayudar a otros a cumplirlos.
Yo voy a cumplir ahora mismo dos de mis propósito para el presente año, escribir las reseñas de dos de los alojamientos en los que estuve durante el viaje por Asia, cuyos anfitriones se portaron de una manera increíble conmigo. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy 😉
Hola! Soy Patricia, fácilmente me podrás encontrar de ruta por Noruega, haciendo fotos en Seúl o comiendo paella en Ibiza. He viajado a casi 50 países y tachado de la lista algunas aventuras épicas que siempre quise vivir.