Al sur de Laos, haciendo frontera con Camboya, se encuentra las 4.000 islas, una de las zonas más famosas y visitadas por turistas procedentes de todas partes del mundo que vienen al pais con diferentes pensamientos: unos pretenden conocer el lado más rural, otros salir de juerga mientras se toman «happy shakes» a diestro y siniestro y la gran mayoría que simplemente quiere descansar unos días en la denominada «playa» de Laos.
La llamada Si Pha Don, o como se conoce en los circuitos turísticos: 4.000 islands, es uno de los must del país laosiano debido, fundamentalmente, a su privilegiada situación. Su isla más cercana se encuentra a escasos 20 km de distancia de la frontera con Camboya, por lo que muchos viajeros con días libres aprovechan para ir y sumar un sello más en su pasaporte.
Tres son las islas más conocidas del archipiélago: Don Khong, Don Det y Don Khon. Cada isla tiene su propia idiosincracia y ofrece un turismo diferente, por lo que es muy difícil no encontrar una hecha a nuestra medida. Las hay más turísticas, más locales, más fiesteras… pero lo que seguro se podrá hacer en todas es darse un respiro en soledad, mientras se pasea entre arrozales o se disfruta de una buena novela tumbado en una hamaca.
La primera de las islas que recomendaría si se quiere gozar de un turismo más local, con pocos extranjeros a nuestro alrededor que rompan la magia del lugar, es Don Kong. Es la isla más grande del archipiélago y, por alguna extraña razón, a día de hoy está poco orientada y adaptada al turismo masivo. De hecho, queda excluida de un alto porcentaje de itinerarios por falta de tiempo o desconocimiento, ya que la mayoría de viajeros optan por ir directamente a cualquiera de sus dos vecinas, más pequeñas pero con más renombre.
Su población principal apenas cuenta con una docena de guesthouse y restaurantes en los que poder dormir y comer a un precio económico (7-10$ la habitación doble; 2,5$ un plato de arroz acompañado por un batido). El resto de construcciones que hay desperdigadas por toda la isla pertenecen a laosianos que pasan las horas atendiendo a su negocio familiar a pie de calle o refugiándose del asfixiante calor en los bajos de sus casas.
Para recorrer Don Kong lo mejor es hacer un recorrido circular en bici o en moto por la carretera que la rodea e ir parando aquí y allá gritando «Sabadiiiiiiiii», mientras se saluda a niños, perros, gatos, cerdos, cabras y todo bicho viviente que se cruce en el camino.
Don Kong está conectada con Don Det y Don Khon por un solo ferry que hay todas las mañanas. Durante el trayecto en barco se puede observar cómo es el Mekong, uno de los ríos más grandes de toda Asia, a su paso por Si Pha Don. Existen miles de islas esparcidas por sus aguas, de ahí el nombre de esta zona. Algunas tan sólo son bancos de arena o rocas de dos metros de ancho por dos de largo.
La isla más popular es Don Det. Si se reflexiona acerca del hecho de que aquí hace apenas unos años no había electricidad, uno se queda pasmado con el desorbitado desarrollo turístico al que se ha visto sometido la isla. Bienvenido a «guirilandia».
Extranjeros por todas partes, gesthouses por doquier, restaurantes con menús a precios algo elevados y mucha, muchísima marcha nocturna. Si este último es el objetivo del viaje, este es el lugar adecuado. Como peculiaridad decir que en la mayoría de bares preparan comida o batidos «happy», lo cual indica que están elaborados con marihuana.
Pero en Don Det no solo hay fiesta. Si nos alojamos de la calle principal del pueblo y caminamos hacia el interior, descubriremos la isla como se presume que era antaño. Niños que corretean por la calles, búfalos con los que poder tomar un baño y un bello paisaje de arrozales, aunque seco en el momento en el que yo he estado.
A diferencia de Don Kong, en Don Det existen infinidad de agencias turísticas en las que contratar actividades de diversa índole: excursiones en piragua, alquiler de flotadores o «tubing», visita a cataratas o alquiler de barca para ir a ver delfines.
La tercera de las islas del archipiélago de Si Pha Don es Don Khon. A esta última podríamos considerarla como una mezcla de las dos anteriores. Ambas islas están conectadaspor un puente de hormigon, vestigio del colonialismo frances que décadas atrás vivó en esta zona con el fin de sacarle un provecho comercial.
Es muy agradable recorrer en bici cada metro cuadrado de su superficie a través de la antigua vía de tren. Desde ella se puede acceder a las cataratas de Somphamit Water Falls para más tarde dirigir nuestros pasos hasta el punto desde el cual se puede avistar los delfines de Irawadi, uno de los pocos que habitan en las aguas de un río y que están en peligro de extinción. Los avistamientos no estaban garantizados pero tuvimos la suerte de verlos a lo lejos (recomendable el uso de unos prismáticos).
Desde Pakse se puede visitar esta zona desplazándose en bus durante un trayecto de dos horas de duración por el módico precio de 40.000-50.000 ribts. Si se dispone de un total de cinco días o una semana, será tiempo suficiente para poder explorar las tres islas y sacar nuestras propias conclusiones de estas tres joyas ribereñas situadas en mitad de la arena.
Hola! Soy Patricia, fácilmente me podrás encontrar de ruta por Noruega, haciendo fotos en Seúl o comiendo paella en Ibiza. He viajado a casi 50 países y tachado de la lista algunas aventuras épicas que siempre quise vivir.