A escasos metros del Templo de Zeus Olímpico se encuentra la Puerta o arco de Adriano. Fue levantada como monumento conmemorativo al emperador Adriano por el pueblo ateniense, con el fin de agradecerle la labor de renovación que llevó a cabo en la ciudad. Sus 18 metros de altura separan la antigua ciudad griega de la “nueva” romana.
El emperador romano Adriano fue un enamorado de Grecia y en particular de Atenas. Durante sus años de mandato hizo edificar varios edificios como la Biblioteca de Adriano o el Templo de Zeus Olímpico. Pero, además, con el fin de ofrecer a los atenienses una ciudad mejor de la que tenían, inició las obras de numerosos edificios públicos, construyó el primer acueducto de la urbe y llegó a ser conocido como “restaurador” por la labor desempeñada en Epidauro (Peloponeso).
Los atenienses, para honrar la memoria de tan magno dirigente, decidieron levantar la puerta o arco que aun se puede ver en buen estado de conservación a los pies del Templo de Zeus Olímpico.
Para los ciudadanos de Atenas, este arco era el símbolo de unión de la vieja Grecia con la nueva Roma. Es por ello que en el friso del arco aparecen escritas dos inscripciones, una a cada lado del arco.
La parte del arco que mira a la Acrópolis, a la antigua ciudad griega, la consideraron la “Ciudad de Teseo”. Es por ello que en la inscripción del arquitrabe se podía leer: “Ésta es Atenas, la ciudad de Teseo”. Mientras que la otra cara, la que miraba hacia el nuevo barrio romano, con el Templo de Zeus a apenas unos metros de distancia, era conocida como la “Ciudad de Adriano”. En este caso, la incripción del arquitrabe lleva escrita las siguientes palabras: “Ésta es la ciudad de Adriano y no de Teseo”.
La puerta está formada por un arco de medio punto en su base (franqueado por dos columnas con capiteles corintios) que comunicaba la parte griega y la romana de la ciudad. Sobre él se levanta una arcada triple, dividida por columnas, sobre la cual se conserva el arquitrabe y el frontón de la época (130 d.C.).
Toda la construcción está realizada en mármol pentélico, procedente del cercano Monte Pentelis, situado a unos 15 km de la ciudad. Actualmente, las canteras de dicho monte están protegidas por el gobierno y tan sólo se extrae mármol de las mismas para las obras de restauración y conservación de la Acrópolis.
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