Naturaleza extraordinaria, que parece haber sido tallada por el mismísimo cincel de Miguel Ángel, se combina con el buen hacer del hombre del medievo. Aquél que a partir del siglo XI levantó conventos donde parecía imposible hacerlo. El resultado es Meteora que, como indica su nombre traducido al castellano, es: «Monasterios suspendidos del cielo«. Un lugar en el que resulta imposible imaginar mayor belleza terrenal, ya que ésta es digna del Olimpo de los Dioses.
No me sorprendería que dos viajeros que intercambiasen opiniones tras visitar Meteora coincidiesen en las mismas, sin importar si durante su visita el sol brillaba en el horizonte, llovía, nevaba o tronaba. Y es que la veintena de torres rocosas sobre las que reposan los cimientos de los conventos (unos visitables y otros en ruinas) no dejan impasible a nadie.
Por fin hoy puedo hablar en el blog de uno de esos destinos de los que con tan solo ver una foto, te enamoran. A mí me ocurrió y fue por ello por lo que reservé un billete de avión a Grecia, dejando para después otros rincones mundiales.
Si quieres saber si a tí te pasa lo mismo, echa un vistazo a las siguientes imágenes…
Esta maravilla histórica-natural, clasificada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1988, comenzó a edificarse allá por el siglo XI cuando San Atanasio, procedente del Monte Athos (un monasterio situado al norte del país y al que solo pueden acceder hombres), se encargó de constituir la primera construcción: la del Megalo Meteoro o Gran Meteoro.
De esta manera, los religiosos que llegaban hasta esta región encontraban la ansiada tranquilidad y el aislamiento que necesitaban para conectar con Dios. Es por ello que poco a poco la comunidad fue creciendo. Tras el Megalo Meteoro vino la construcción de otros 21 cenobios, cada uno de ellos ubicado sobre una roca diferente.
Durante los siglos XV y XVI tuvo lugar la época de mayor esplendor para la comunidad de ortodoxos que allí residía. Sin embargo, a día de hoy tan solo pueden ser visitados seis de los 21 monasterios que existieron ya que la mayoría se encuentran en ruinas.
Los seis conventos que siguen en activo son: Gran Meteoro, Agios Stéfanos, Varlaám, Agia Roussánou, Agia Triáda y Agios Nikólaos.
Meteora se encuentra en la región griega de Tesalia, a unos 350 kilómetros al noroeste de la capital. Para llegar hasta Meteora y visitar los conventos, hay que ir en carretera hasta Kalambaca o Ioánina. Ambas poblaciones se encuentran a los pies de las roscas sobre las que se levantan los conventos. Si no se cuenta con coche, es posible llegar hasta la carretera que conecta los seis monasterios visitables mediante una línea regular de autobuses.
Sin embargo, no es absolutamente imprescindible recorrer los monasterios con coche particular ya que si se cuenta con al menos una jornada para esta visita, será tiempo más que suficiente para hacer el recorrido en bicicleta o a pie.
Un siglo atrás, para acceder a los conventos había que utilizar una escalera de cuerda o subirse a una especie de cesto que subía y bajaba mediante un torno o polea. Hoy en día el acceso se ha facilitado mediante senderos empinados o escalinatas.
Ahí van algunas fotos más que tomé durante ese día:
Hasta aquí el artículo sobre Meteora. Un lugar al que hay que ir al menos una vez en la vida. Prométetelo a tí mismo 🙂
Junto con la visita a Delfos, completo mis excursiones por el centro del país. En breve continúo con más información sobre Atenas y el Peloponeso. Mientras, disfruta del fin de semana y si te ha gustado no te olvides de compartir este artículo y sus fotos a través de las redes sociales. ¡Mil gracias!