Coronando la Acrópolis se encuentra el Partenón, el templo que mejor representa los valores de la arquitectura de la antigüedad. El edificio dedicado a la diosa Atenea y construido íntegramente en mármol, da la bienvenida al visitante entre suspiros de admiración (por sus perfectas proporciones) y sorpresa (por las grúas y andamios que acaparan su fachada). En cualquier caso, el templo más famoso de la Acrópolis, Atenas y Grecia, nunca defrauda.
Sin duda alguna, la historia del Partenón es ajetreada y turbulenta, debido a las continuas modificaciones que se llevaron a cabo en el edificio desde su creación hasta la actualidad.
Fue en el siglo XIII a.C. cuando comenzó a construirse la Acrópolis de la mano del pueblo micénico, los cuales concibieron una ciudad fortificada. Cinco siglos después, la Acrópolis se convirtió en un recinto sagrado y fue entonces cuando se erigió un pequeño templo dedicado a Atenea, que sería el antecesor del Partenón, también llamado Hecatompedón.
Sin embargo, el ejército de Leónidas no pudo impedir el paso de los persas en las Termópilas, por lo que este templo fue prácticamente derruido. Habría que esperar hasta el siglo V a.C. para recuperar el esplendor en lo alto de la colina.
El imponente Partenón, joya de la Acrópolis y paradigma de templo dórico griego, se edificó bajo el mandato de Pericles, quien decidió dedicárselo a la diosa Atenea por liberar al pueblo griego de los persas. Para ello, construyó una grandiosa ciudad cívico-sagrada en la que el templo del Partenón era el protagonista.
No obstante, pocas centurias duró el edificio en pie con dicha apariencia. En el siglo VI, el Partenón se convirtió en iglesia cristiana, por lo que se destruyó el frontón oriental y en su lugar se colocó un ábside. Más tarde, en el año 1458, durante la ocupación otomana, la Acrópolis fue un barrio cuartelario y sobre el Partenón se levantó una mezquita posteriormente se transformó en un almacén de pólvora. Durante el asedio veneciano a la ciudad, varias bombas explosionaron en el edificio, por lo que el Partenón quedó prácticamente destruido en su totalidad.
Tras el ataque sufrido por parte de la artillería veneciana, en el siglo XVIII los otomanos construyeron una nueva mezquita sobre las ruinas del antiguo edificio, y a principios del siglo XIX permitieron que parte del programa escultórico del templo de Fidias fuese a parar a manos inglesas, lo que provocó la pérdida de los frisos del Partenón (si quieres conocer toda la historia, en este artículo te cuento qué pasó).
La quintaesencia de la arquitectura griega fue erigida entre los años 447 y 438 a.C. por orden de Pericles, el cual contó con Fidias como jefe de obra y responsable del programa escultórico. El Partenón es un edificio que causó y causa admiración por varias razones que paso a comentarte:
Hoy en día, el edificio del Partenón se encuentra sumergido en un largo y minucioso proceso de restauración y conservación que se inició hace más de 30 años, en 1983, y que aún no se sabe cuándo va a concluir. Es por ello que algunas de las columnas del templo están cubiertas por grúas y andamios, lo que hace difícil tomar una foto sin ninguno de estos elementos que, sin embargo, no merman en absoluto el encanto imperecedero de un edificio que parece haber sobrevivido a la propia humanidad.